lunes, 11 de febrero de 2008

El niño medieval

Fray Thomas Rowley fue un monje poeta del siglo XV en Bristol. La ciudad, durante los años en que sir William Canynge fue alcalde y mecenas de multitud de artistas, fue un importante centro cultural donde florecían las letras y las artes. Allí, Rowley escribió un gran número de obras de diversa importancia, la mayoría de las cuales fueron encontradas en la iglesia de St. Mary Redcliffe durante el siglo XVIII. Diálogo de Elionora y Juga, un misterio medieval, fue la primera en salir a la luz pero fray Thomas fue un escritor prolífico; se han encontrado poemas románticos, églogas, operetas, poesía épica y religiosa. Según el escritor Dennis Mercury “Entre las más destacadas figuran, a juicio de los críticos actuales, Balada de Caridad, escrita en un perfecto lenguaje arcaico; las Canciones de Aella, de una belleza que supera las otras producciones de esa clase;la Oda a la Libertad, vibrante expresión de poesía épica; y la Tragedia de Goddwyn, de la que sólo se conserva un fragmento


A pesar de algunas obras notables, Rowley no habría dejado de ser un secundario en las páginas de las historias de poesía medieval si no fuera por su característica más notable. Y es que fray Thomas Rowley nunca existió.



Bristol 1752-1770

Durante varias generaciones, los Chatterton se habían encargado de la sacristía de la iglesia de St. Mary Radcliffe. En 1752, estando su mujer embarazada de cinco meses, moría Thomas Chattertonn. Su hijo, llamado también Thomas, nació pues huérfano de padre y fue cuidado, en la iglesia gótica en la que vivía su familia, por su madre, por su hermana cuatro años mayor que él y por su tío, Richard Phillips, vicario de la iglesia.




Al los siete años, el pequeño Thomas fue enviado a la escuela de caridad de Colston´s Charity, una institución para niños de familias modestas. Sin embargo, poco tiempo después, el niño regresó a su casa. Según los profesores de Colston´s Charity era retrasado mental y no había posibilidad de meter conocimiento alguno en su cabeza.




El niño, analfabeto, se encontró de nuevo en el siniestro escenario en el que habían vivido siempre los Chatterton, la iglesia de St. Mary Redcliffe y el cementerio que la rodeaba. La iglesia medieval era un auténtico hogar para su familia; durante siglos habían sido sus guardianes y la consideraban casi como una herencia familiar. Thomas creció entre tumbas, catacumbas y gárgolas. Sus lugares de juego eran las estancias de la alta aguja de la iglesia, los sótanos y el cementerio.


El niño buscó en su casa la educación que le habían negado en la escuela. Aprendió a leer leyendo las inscripciones que había en las lápidas medievales y acompañando a su madre en sus lecturas de la biblia. A escribir aprendió con unos fragmentos que encontró en los sótanos y que resultaron pertenecer a una crónica perdida de la Guerra de las Dos Rosas. Chatterton copiaba una y otra vez las letras capitales y las miniaturas que las acompañaban aprendiendo la caligrafía de los copistas medievales mientras el resto de niños seguía con su educación típica en la escuela.

Nunca llegó a ser niño sano y a medida que crecía era más enfermizo y se distanciaba más de la realidad. El pequeño Thomas vivía en un mundo habitado por estatuas de obispos y santos y aprendía leyendo las crónicas de antiguas guerras. Se acondicionó el desván de la iglesia como si fuera la celda de un monje. Allí se encerraba con sus libros y pergaminos, con su tintero y con sus rollos de papel, durante horas y horas. No tenía ningún amigo y sus únicas actividades eran leer y escribir. Apenas dedicaba tiempo siquiera a comer o dormir.

No es extraño que el joven enfermara y fuera ingresado a los doce años en el Hospital de Colston aquejado de desnutrición física y desequilibrio mental. En aquel hospital nació fray Thomas Rowley: Chatterton le enseñó al conserje del hospital un manuscrito que, según él, su tío había encontrado en la iglesia de St. Mary. Era Diálogo de Eleonora y Juga, la primera obra de Rowley que veía la luz y que sería vendida a buen precio a un librero local.


Desde ese día y hasta la muerte de Thomas, no dejaron de aparecer obras del monje poeta de Bristol. A las ya citadas anteriormente hay que sumar numerosas otras no tan bien consideradas por la crítica. Sin embargo, el dinero que el joven se ganaba vendiendo los manuscritos medievales de Rowley era escaso y éste también escribía artículos para el Bristol Journal. Haciendo alarde de una dignidad caballeresca, propia de algún personaje de los escritos de Rowley, cuando el periódico le devolvió sin publicar su Balada de Caridad, Thomas cesó su colaboración.


Su salud y su estado mental empeoraban y en 1770, tras anunciar su intención de suicidarse, viajó a Londres, financiado por su familia, con la esperanza de que el cambio de aires supusiera una mejoría en la enrarecida vida de Thomas.


Londres 1770

No le fueron mal las cosas durante el comienzo de su estancia en la capital inglesa. Vendía obras de Rawley, así como de otros autores medievales, también inventados, colaboraba con algunos periódicos e incluso tuvo éxito, por primera vez, con una obra propia, La Venganza. Sin embargo, mandaba todo el dinero que ganaba a su familia en forma de regalos y el vivía en una buhardilla en Holborn, un suburbio londinense. Al igual que hacía en Bristol, Thomas apenas salía de casa y se pasaba horas y horas leyendo manuscritos medievales o escribiéndolos, casi sin probar bocado.

El 24 de agosto de ese mismo año, Thomas, que aun no había cumplido los dieciocho, compró un frasco de arsénico en la farmacia del señor Cross, en su misma calle. Regresó a su buhardilla, quemó todos sus escritos, escribió una breve nota y se tomó el frasco completo. Fue encontrado por la casera a la mañana siguiente junto a la nota en la que expresaba su deseo de ser enterrado en una cripta medieval.

Thomas Rowley y Thomas Cahetterton acababan de suicidarse.


Hasta 1871, cien años después, se siguió considerando a Rowley un personaje real y así es citado en multitud de libros. En ese año, W. W. Skeat, en La obra poética de Thomas Chatterton, esclareció el asunto definitivamente. Desde entonces, la obra de Rowley es publicada como salida de la pluma de Thomas Chatterton.

1 comentario:

Blas de Lezo dijo...

Acabo de descubrir tu blog, con sinceridad solo he leido este artículo tan interesante.
De lo que estoy seguro es que me lo voy a leer desde la cripta hasta el campanario de semejante catedral de cosas interesantes.

Un saludo, hasta pronto

Blas