martes, 20 de mayo de 2008

Mentiras 2. La Luna nos influye

Selene. Nuestra señora de las tinieblas. Lunáticos. Las mareas. Los lunes y los meses. Los lunares. 77.347.700.000.000.000.000 toneladas de roca girando a nuestro alrededor a 3.700 kilómetros por hora. Con permiso del Sol, la Luna es el astro que más ha fascinado a los hombres de todas las épocas y lugares. Un trozo de la misma Tierra arrancado en una violenta colisión con un planeta del tamaño de Marte hace 4.000 millones de años.


La influencia que el satélite natural terrestre tiene sobre las personas no es menor que su importancia mitológica o astronómica. Todo el mundo sabe que la Luna afecta a los partos y a los crímenes. Las noches de Luna Llena la gente se comporta de modo extraño y suceden cosas que son raras en otras noches... ¿No?


Existen tres argumentos estrella para defender el influjo de la Luna sobre los seres humanos. Los creyentes en la astrología suelen presentarlos en bloque pese a que dos de ellos son excluyentes entre si. Vamos a verlos uno a uno.

Primer argumento. La menstruación:


El ciclo menstrual de la mujer es de 28 días, es decir, un ciclo lunar. Si hasta la menstruación depende de la Luna, ¿cómo no va a influir ésta en otros aspectos de nuestra vida?”


Éste es, sin duda, el más endeble de los tres argumentos por lo que demostrar su falsedad resulta bastante fácil. Para empezar el ciclo menstrual en la especie humana tiene una duración de entre 23 y 35 días, no de 28. Los famosos 28 días no son más que la media. Por otro lado, aunque todas las hembras de la especie humana tuvieran un ciclo de 28 días exactos resulta que estos ciclos no son coincidentes ni con los de otras mujeres ni con las fases lunares. Por si esto fuera poco, al examinar los ciclos menstruales de otros primates descubrimos duraciones medias del ciclo menstrual diferentes a las de la especie humana y, si lo que examinamos son los ciclos estrales del resto de mamíferos las diferencias son mayores aún.


Segundo argumento. Las mareas:


Está demostrado que la Luna es la principal causante de las mareas. Si nuestro satélite es capaz de mover enormes masas de agua líquida, ¿no seran mayores sus efectos sobre los seres humanos que estamos compuestos en un 75% de agua?”


Bueno, las mareas no sólo son causadas por la Luna sino que el Sol y la rotación terrestre juegan un papel no menos importante. Pero supongamos que únicamente la Luna es responsable de las mareas y examinemos la frase “nuestro satélite es capaz de mover enormes masas de agua líquida”. Hay dos palabras clave en el anterior enunciado para entender como la gravedad lunar causa las mareas, estas palabras son “enormes” y “líquido”. El agua es lo de menos, a la gravedad le importa un pimiento si es agua o amoniaco. A la gravedad lo que le interesa es la masa y la distancia.


La atracción gravitatoria que unos cuerpos ejercen sobre otros aumenta con la masa y decrece con la distancia. La gravedad lunar afecta en mayor medida a la corteza terrestre sobre la que se encuentra que al núcleo por el simple hecho de que la corteza terrestre está más cerca de la Luna. Ésto afecta tanto a los continentes como a los océanos; el que no existan mareas terrestres se debe a que las masas continentales son sólidas.


Decir que la Luna debería afectarnos por estar nuestros cuerpos compuestos, en gran medida, por agua no tiene fundamento alguno. No más que el horóscopo o la astrología en general. Sólo se me ocurre un caso en que la Luna influiría notablemente sobre la fisiología de un ser vivo. Y es un caso sacado de una novela de ciencia ficción. En Solaris, Stanislaw Lem describe una forma de vida alienígena cuyo cuerpo es un inmenso océano que cubre la superficie del planeta que da título a la novela. Es de suponer que, para una organismo así, la Luna y las mareas serían una parte fundamental de su vida. En nuestros cuerpos en cambio, con unas ridículas decenas de kilogramos de peso, el efecto de la gravedad lunar no tiene la más mínima relevancia.


Tercer argumento. El Departamento de Policía de Nueva York:


Está claro que la Luna condiciona el comportamiento de la gente. En las noches de Luna Llena es cuando más crímenes suceden. Los agentes de policía o los bomberos de cualquier ciudad pueden dar prueba de ello. Los dementes pierden más aun los estribos, la gente hace cosas raras y el trabajo se multiplica para los guardianes del orden cuando la Luna esta llena. Y si a quien preguntas es a las matronas de un hospital éstas te dirán que esas noches los nacimientos se disparan”

¿Qué sucede las noches de Luna Llena? Pues básicamente lo mismo que el resto de noches. Es cierto que es común escuchar esas afirmaciones de boca de policías. En especial, los agentes de policía de Nueva York son famosos por odiar trabajar en esas noches debido al importante aumento de criminalidad.


También es cierto que si lo que la gente dice y la realidad fueran intercambiables yo no tendría material para escribir este blog. En varias de las entradas anteriores queda claro que los testimonios son las pruebas con menor valor que existen. Da igual que el testimonio en cuestión provenga de un profesional competente o de un experto en la materia. La gente miente, imagina, fábula o simplemente selecciona los sucesos que más se ajustan a la idea que él tiene de la realidad y olvida el resto. Así que antes de dar por buenas las afirmaciones de algunos policías, bomberos y matronas es mejor saltarse los intermediarios y echar un vistazo directo a la realidad.


Y la realidad dice cosas muy distintas a los testimonios. Resulta que si miramos las estadísticas nos encontramos con que ni la Luna Llena ni los ciclos lunares influyen en nada de lo que la gente afirma. La Luna no afecta a los cultivos. No guarda relación con los partos ni con la menstruación. La criminalidad no aumenta lo más mínimo las noches de Luna Llena. No hay más asesinatos ni más incendios ni más violaciones. El pelo no crece más deprisa y los accidentes de tráfico no aumentan. Ni siquiera es a la Luna a lo que aúllan los lobos.


A la hora de buscar causas casi mejor si bajamos la vista hacia la Tierra y dejamos de usar a la Luna como excusa.


http://www.es.flinders.edu.au/~mattom/IntroOc/notes/lectura11.html

http://es.wikipedia.org/wiki/Marea

http://es.wikipedia.org/wiki/Menstruaci%C3%B3n

http://es.wikipedia.org/wiki/Ciclo_estral

http://organizaciones.bornet.es/ala/influencia_de_la_fase_lunar.htm

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jueves, 8 de mayo de 2008

La noche en que murió Tulsa

A comienzos del siglo XX, Tulsa era un pequeño pueblo de Oklahoma de poco más de 10.000 habitantes. Dos décadas después era una prospera ciudad en la que vivían 100.000 almas. Se había encontrado petroleo en Tulsa y eso bastó para convertirla en una de las ciudades con la renta per cápita más alta de los Estados Unidos. Las pequeñas casuchas se convirtieron en altos edificios comerciales y los coches a motor empezaron a llenar las calles. Fue tan impresionante y, sobretodo, tan rápido el enriquecimiento de los habitantes de Tulsa que sucedió algo inaudito: los negros también se hicieron ricos. Uno de los barrios más importante de la ciudad se llamaba Greenwood; pero, debido a que en él vivían unos 15.000 negros, todos ellos prósperos comerciantes, la zona era conocida como el Wall Street Negro.

Pocos países se han autoproclamado defensores de la libertad, la igualdad y la democracia con mayor frecuencia que los Estados Unidos. Pero mientras los americanos exportaban al mundo entero sus curiosas ideas sobre los significados de estas palabras, en casa las cosas eran bastante dificiles para mucha gente. Sobre todo si esa gente tenía la piel de distinto color. Que existiera un pequeño grupo de negros ricos en Tulsa no significaba que la ciudad fuera más abierta o tolerante que el resto del país. Lo que sucedió es que la explosión de riqueza fue tal que incluso salpicó a algunos afortunados negros. Pero no fue gracias a los blancos sino a pesar de ellos.


Los habitantes blancos de Tulsa seguían despreciando a aquellos que tenían un color de piel diferente. Los negros ricos eran acusados de poseer unos bienes que no merecían y que deberían estar en manos blancas. Cuando se paseaban en sus coches lujosos por Greenwood eran considerados unos engreídos que restregaban su éxito por la cara a los blancos tan solo para provocar. El odio crecía día a día y los crímenes raciales eran habituales y consentidos. Entre 1907 y 1920 más de veinte negros fueron cazados y linchados por turbas enfurecidas.


Un día, en 1921, un muchacho negro de tan solo 19 años pisó sin querer el pie a una chica blanca. Y el odio estalló.



La chica del ascensor


Sarah Page era una chica de diecisiete años que trabajaba como ascensorista en el edificio Drexel de Tulsa. Sarah Page era blanca. Dick Rowland, de diecinueve años, se ganaba la vida lustrando zapatos en la misma calle y aquella mañana, 30 de mayo de 1921, tenía un problema. Mejor dicho, tenía dos problemas: Dick Rowland era negro y se estaba meando. Los únicos baños para negros en manzanas a la redonda se encontraban en la última planta del edificio Drexler.


Que un negro usara los mismos servicios que un blanco era algo impensable. De igual modo que hacían distintas colas y usaban diferente transporte público, los negros de Tulsa, como los negros de la mayor parte de los Estados Unidos, usaban servicios especiales. Mientras que cualquier blanco de la zona podía entrar en la cafetería más cercana, o en cualquier otro comercio, para los negros la única posibilidad era el baño de la última planta del edificio más alto.


Rowland entró en el ascensor del edificio Drexler con intención de llegar hasta el último piso. Segundos después, según varios testigos, se escucharon unos gritos femeninos y Rowland salió corriendo del edificio. En el ascensor encontraron a Sarah Page llorando y gritando de forma histérica. Cuando le preguntaron que había sucedido, Sarah no dudó ni un instante. ¡Me ha asaltado un negro!, gritaba. Inmediatamente comenzó la caza del hombre.


Sarah Page fue conducida a la comisaria e interrogada por la policía de Tulsa. Cambió su versión varias veces, ofreciendo versiones cada vez más alejadas del asalto que había descrito al comienzo. Admitió que Rowland tan solo se había tropezado al entrar al ascensor y la sujetó del brazo para evitar caerse aunque, posteriormente, volvió a cambiar su versión de lo sucedido contando que Rowland le había pisado un dedo del pie en el que tenía un uñero y que ese era el motivo de los gritos. Puede que los policías no supieran exactamente cual era la versión verdadera pero lo que si tenían claro era que no había existido ningún asalto. No se admitió ninguna denuncia contra Rowland pero se ordenó a todos los agentes que se centraran en la búsqueda del sospechoso. El objetivo no era encarcelarlo sino protegerlo.

La prensa sensacionalista tardó poco en hincarle el diente al caso Rowland y el Tulsa Tribune del día siguiente, en una edición especial, incluía un editorial que llevaba por nombre Linchemos un negro esta noche, mientras que en primera plana destacaba el titular ¡¡Negro ataca chica blanca en un ascensor!!



Holocausto en Oklahoma

A Rowland lo detuvo la policía el día 31 en una calle de Greenwood. Tuvo suerte, los agentes no eran los únicos que buscaban al chico. Lo encerraron en la última planta del la Corte de Justicia de Tulsa y el jefe de policía ordenó a sus hombres montar guardia alrededor del edificio. En cuanto corrió la voz de que habían detenido al peligroso negro violador una multitud de blancos se comenzó a formar frente a la Corte de Justicia. Varios de ellos estaban armados y no escaseaban las caperuzas blancas y las antorchas entre la multitud. No se puede decir que en Tulsa no tuvieran experiencia en linchamientos, el asesinato de seres humanos a manos de una turba enfurecida era casi una tradición en Norteamérica. Sin ir más lejos, el año anterior un joven judío había sido sacado a rastras del mismo edificio en el que ahora estaba Rowland por una turba que lo mató en plena calle.

A medida que iba pasando el tiempo más blancos iban uniéndose a la masa. Algunos negros armados, unos veinticinco, acudieron para apoyar a los hombres del sheriff, situándose frente a los blancos. La tensión aumentaba cada minuto que pasaba, por más que jueces y predicadores acudieran al lugar a intentar calmar los ánimos. A las once de la noche, sin que se sepa aun de que lado llegó el primer disparo, comenzó la masacre. A esas alturas de la noche la turba estaba compuesta por más de dos mil personas que cargaron a tiros contra el edificio. Los negros huyeron hacia Greenwood mientras que la policía se encerró en la Corte de Justicia intentando impedir el acceso a los asaltantes. La muchedumbre enfurecida optó por dejar de lado a Rowland y perseguir a los negros hasta su barrio.


En Greenwood los rumores de lo que se avecinaba llegaron antes que la turba misma por lo que algunos tuvieron tiempo de armarse para defender sus casas mientras que otros prefirieron abandonar la ciudad a toda prisa. Los atacantes comenzaron a disparar apenas llegaron al barrio negro, aniquilando por igual a aquellos que se les enfrentaban y a los que huían.




A lo largo de aquella noche la Corte de Justicia fue asaltada en varias ocasiones por pequeños grupos pero el grueso de la turba se centró en destruir por completo el Wall Street Negro y a sus habitantes. Los incendios comenzaron alrededor de la una de la mañana y pronto se extendieron por toda la zona. Los negros eran sacados de sus casas y apaleados o tiroteados en mitad de la calle. A los que se negaban a salir, simplemente, los quemaban vivos en sus viviendas. Las jóvenes negras eran violadas en las calles de Greenwood por grupos de blancos.


Geoffrey Regan hace una escalofriante descripción de los sucesos de aquella noche:


La ley y el orden quedaron hechos pedazos, sin valor ninguno: 35 edificios de Greenwood fueron reducidos a cenizas y saqueados. Vehículos de todo tipo, conducidos por blancos, rugían por las calles arrastrando cadáveres de negros atados a los parachoques traseros. Un negro anciano y tullido fue arrastrado vivo detrás de un coche.


Conforme las hordas blancas pasaban por las zonas negras, las mujeres blancas les seguían con bolsas que llenaban con las joyas, la plata y las cortinas saqueadas de las propiedades negras. El mobiliario pesado y muchos pianos fueron destrozados, mientras que los coches se despiezaban o se les robaban los neumáticos. A la mañana siguiente casi todo Greenwood estaba en ruinas, con 1.115 casas quemadas y arrasadas, cinco hoteles, 31 restaurantes, un colegio, un hospital, una biblioteca y doce iglesias.

[...]

Un hombre del KKK fue entrevistado en su vejez, y afirmó que volvería a hacerlo.


La violencia y el ensañamiento llegaron a tal punto que seis biplanos de la Primera Guerra Mundial que había en un aeródromo cercano fueron robados y usados para bombardear la zona. Desde el aire, tiroteaban a los negros y arrojaban bombas caseras de queroseno.


Cuando, a las nueve de la mañana del día siguiente, la Guardia Nacional llegó al lugar ya no quedaba nada de Greenwood ni de sus habitantes. Los negros que no habían huido estaban muertos o encerrados en campos de detención improvisados. En una sola noche, el único barrio negro próspero de los Estados Unidos quedó reducido a cenizas. Viviendas, fábricas y comercios desaparecieron y fueron saqueados. Las estimaciones más aceptadas actualmente estiman que unos 20 blancos y más de 300 negros murieron aquella noche. Además del cerca de un millar de heridos de gravedad, casi todos ellos negros.

El genocidio de Tulsa se mantuvo oculto y se eliminó cualquier mención al mismo de los libros de historia estadounidenses. Hasta la década de los 80 el incidente no fue admitido de forma oficial. No se investigó lo sucedido hasta 1997. En 2003 se inició una causa contra el estado de Oklahoma en la que se exigía una compensación para la comunidad negra de Tulsa en forma de ayudas e infraestructuras para Greenwood. La causa fue desestimada.


Nadie fue detenido por lo sucedido en Tulsa aquella noche y, pese a las numerosas peticiones, nunca se ha autorizado la busqueda de las fosas comunes donde fueron arrojados los cientos de cadáveres.

http://en.wikipedia.org/wiki/Tulsa_Race_Riot

REGAN, GEOFFREY, Guerras, políticos y mentiras, 2004

http://www.thenation.com/doc/20010820/1921tulsa

http://www.cnn.com/US/9806/02/briefs/forefathers.sins/index.html

http://www.cnn.com/US/9908/03/tulsa.riots.probe/index.html

http://www.ok-history.mus.ok.us/trrc/freport.pdf


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