viernes, 23 de noviembre de 2007

El hombre que hablaba con el agua



En 1988 un artículo en la revista Nature causó un enorme revuelo en la comunidad científica y una gran alegría entre los homeópatas de todo el mundo. Por fin, tras décadas siendo tratados como curanderos, los practicantes de la homeopatía tenían un respaldo científico. El biólogo francés Jacques Benveniste había probado en un laboratorio, nada más y nada menos, que la memoria del agua. Esto vendría a ser como la Piedra Filosofal de los homeópatas.
Pero vamos a ir un poco hacia atrás.

Esta historia trata de un supuesto fraude, el cometido por Jacques Benveniste, y de un error, el que cometió John Maddox, editor de la revista Nature.



Historia del agua
Hahnemann vs Avogadro



La homeopatía fue inventada en 1810 por el médico alemán Christian Friedrich Samuel Hahnemann basándose en tres pilares: el tratamiento personalizado, la ley de los infinitesimales y la ley de los similares. Nos centraremos en los dos últimos por ser los desencadenantes de esta historia.



La ley de los infinitesimales es algo así como “cuanto menos, más”. O, cuanto menor es la dosis de algo, mayor efecto produce. ¿A qué ya empieza a sonar a gato encerrado? Pues queda la mejor, la ley de los similares o, lo que es lo mismo, las enfermedades son curadas por sustancias naturales que producen sus mismos síntomas.

¿Como llegó Hahnemann a estás conclusiones? Bien simple, observó que la quinina producía fiebre y vómitos, síntomas similares a la malaria, enfermedad que se trataba con quinina. Ya está. Eso es todo. De la observación de una simple coincidencia, Hahnemann extrapoló la base de la homeopatía: la ley de los similares.

¿Y la ley de los infinitesimales? Se podría decir que Hahnemann inventó esta ley para proteger su propia vida. Una vez dado el salto de fe con la quinina y su anterior ley, el médico alemán se dedicó a probar multitud de sustancias naturales (plantas y minerales, hablando claro) para observar sus síntomas y emparejarlos con enfermedades que produjeran reacciones similares. Pero había un problema, gran parte de esas sustancias naturales eran potentes tóxicos. Para no morir intoxicado, Hahneman utilizó la dilución. Disolvía las medicinas en agua en relación 1:10, es decir una parte de medicina y diez de agua. Después de agitar la solución, repetía el proceso volviéndola a mezclar con diez partes de agua con lo que la relación quedaba 1:100. Y así una y otra vez hasta que lo único que ingería el médico era simple agua. En los envases de productos homeopáticos actuales podemos encontrar estas leyendas: 30X, 50X, 100C, 200C, etc. La X significa que la dilución se ha hecho con diez partes de agua y la C con cien, es decir, una dilución 200C significa que se ha diluido el producto “curativo” entre cien partes de agua y se ha repetido el proceso doscientas veces. Hahneman, en contra del sentido común, postuló que un principio activo era más efectivo cuanto mas diluido estaba... Tal cual.

Sin embargo, es lógico el éxito de la homeopatía en sus inicios teniendo el cuenta como funcionaba la medicina de la época, a base de sangrías y otras técnicas aun más peligrosas. El 60% de las dolencias acaban desapareciendo solas, así que era preferible un médico que te recetaba agua y te convencía de que te ibas a curar a otro que agravaba tu enfermedad a base de desangrarte. El problema es que, una vez curados, los enfermos lo agradecían a Hahneman y no al simple efecto placebo. Es como si le diéramos las gracias al gallo pues a causa de a su canto, amanece.

Aquí es donde entra en escena el Conde de Quaregna e Cerregno, más conocido como Amadeo Avogadro. El químico italiano estableció la famosa ley que lleva su nombre y que viene a decir que la masa atómica de cualquier elemento contiene el mismo número de átomos. Ese número, calculado años más tarde, es el número de Avogadro: 6,02214199x1023. Bien, esto, que puede sonar a chino, aplicado a lo que nos ocupa da lugar a una idea interesante: el límite de dilución, esto es el punto en que en una dilución no queda ni una sola molécula del compuesto diluido. Por ejemplo, en una dilución 30X, de las menores empleadas en homeopatía, deberíamos ingerir 30.000 litros de agua para tomar una sola molécula de principio activo. En palabras del físico Robert L. Park: “El Oscillococcinum, un remedio homeopático estándar para la gripe, es un derivado del hígado de pato, pero su uso en homeopatía no amenaza a la población de patos. Su dilución estándar es de 200C. La C significa que el extracto está diluido en proporción 1:100 y agitado en 200 ocasiones. Como resultado tenemos una dilución con una molécula del extracto por cada 10400 moléculas de agua, es decir, un 1 seguido por 400 ceros. Pero sólo hay 1080 (un 1 seguido por 80 ceros) átomos en el universo entero. Una dilución 200C va mucho más allá del límite de dilución de todo el universo visible.”

Esto no es lo más gracioso. Se supone que Oscillococcinum es un microbio que vive en el hígado de los patos pero resulta que... Oscillococcinum no existe. Ningún científico lo ha visto jamás ni, por supuesto, se encuentra en ningún libro de medicina o de biología. En realidad solo existe como nombre patentado por la empresa homeopática francesa Boiron, cuyos ingresos anuales, solo gracias a este medicamento inexistente, superan los 300 millones de euros.

Así pues, tendríamos que tomarnos varias píldoras de preparado homeopático de Oscillococcinum del tamaño del universo para tener una pequeña posibilidad de ingerir una sola molécula activa de un microbio que ni siquiera existe.

Los homeópatas conocen la ley de Avogadro y están conformes con que sus preparados no contienen ni una sola molécula de sustancia curativa. ¿Cómo, entonces, pueden defender la homeopatía? Fácil, afirman que el agua “recuerda” las moléculas con las que ha estado en contacto aunque estas hayan desaparecido hace tiempo. Si, de verdad, y lo dicen en serio sin reírse ni nada. Antes de analizar las implicaciones de esto, que son muchas y muy absurdas, vamos, por fin, a hablar de uno de los protagonistas de esta historia, Jacques Benveniste.




El agua se acuerda
Benveniste hace experimentos



Durante la segunda mitad del siglo XX la medicina había avanzado a pasos de gigante y la homeopatía, que seguía, y sigue, estancada en el libro de Hahnemann y sin ningún descubrimiento en su curriculum, estaba un poco olvidada. Era una más en la larga lista de medicinas alternativas y pocos científicos habían siquiera oído hablar de ella. Esto cambió de la noche a la mañana el 30 de junio de 1988.

Ese día apareció en Nature un artículo firmado por un equipo de investigadores, entre los que se encontraba Jacques Benveniste, titulado: “Desgranulación de basófilos humanos activada por un antisuero contra IgE muy diluido”. Parece más complicado de lo que es. Los basófilos no son más que glóbulos blancos e Ige es un anticuerpo que produce reacciones alérgicas en todos los seres humanos. El Ige proviene de las cabras y se le podría considerar una especie de alérgeno universal. Si los basófilos entran en contacto con un suero en el que haya Ige diluido presentarán una reacción alérgica.

El experimento de Benveniste era bien simple. Iba a diluir un gramo de Ige en un litro de agua. Luego repetiría esta operación 20 veces, lo que en términos homeopáticos se conoce como una dilución 20C. Luego pondría esta dilución en contacto con los basófilos para ver si había reacción alérgica. Sabemos, gracias a Avogadro, que en una solución 13X ya no quedan ninguna molécula del diluido por lo tanto no debería producirse reacción alguna. Las conclusiones del experimento publicado en Nature decían lo contrario. Se produjo reacción alérgica (unas pocas veces).


Benveniste aventuraba una explicación: el agua conserva una especie de molde de la molécula. Esta teoría fue conocida como memoria del agua. Benveniste llegó a hacer afirmaciones tan absurdas como la que recoge Federico di Trocchio:
“[Benveniste]Declaró, por ejemplo, que se podrían lanzar las llaves del coche al Sena y recoger luego en Le Havre las moléculas que conservan el molde que permitiría volver a hacer las llaves y encender el motor. Cuando escuchaban este ejemplo, los colegas de Benveniste, físicos y químicos, sacudían la cabeza”
Benveniste recibió en 1991 un premio ig Nobel por su artículo. Los premios ig Nobel son lo contrario a los Nobel y se dan cada año a los estudios mas absurdos e inútiles.

Algo que olvidó el científico homeópata fue explicar como decidía el agua de que se acordaba y de que no. El agua que bebemos lleva millones de años pululando por el planeta y ha estado en contacto con practicamente todos los tóxicos conocidos. ¿Cómo es que no morimos entre horribles dolores cuando bebemos un vaso de agua? Al fin y al cabo se acuerda de todos esos venenos con los que ha estado en contacto.




Agua estancada
¿Qué has hecho, John Maddox?


¿Por qué publicó Maddox un artículo tan absurdo en una revista del prestigio de Nature? Lo cierto es que el artículo fue rechazado en un principio por el editor que lo consideraba falto de credibilidad. Sin embargo, Maddox decidió más tarde que sería bueno iniciar un debate en torno al tema. Publicó el artículo de una forma inaudita en Nature, incluyendo una nota suya en la que instaba a los investigadores que lo leyeran a repetir el experimento de Benveniste para contrastar los resultados.

El revuelo causado por el artículo fue impresionante. Salieron homeópatas hasta de debajo de las piedras. Desde ese momento la homeopatía está en todas las farmacias del mundo, se celebran congresos anuales en universidades. Incluso en España varias universidades ofertan cursos de homeopatía, lamentablemente.
¿Qué había pasado? ¿Nadie fue capaz de refutar a Benveniste? ¿Dieron resultado positivo las repeticiones del experimento? Al contrario, los resultados de Benveniste no pudieron ser reproducidos en ningún laboratorio. El propio Maddox junto al mago James Randi y el caza fraudes Walter Stewart inspeccionaron el laboratorio de Benveniste y encontraron numerosas irregularidades así como indicios de fraude, tal como publicaron en Nature el 28 de julio. El propio equipo de Benveniste repitió el experimento ante los tres investigadores y no obtuvo ningún resultado; el Ige inexistente no produjo reacción alguna, parecía que el agua había perdido la memoria. Por si esto fuera poco, se descubrió que Boiron (si esa gran empresa homeopática que vende microorganismos inexistentes infinitamente diluidos) se encargaba de pagar los sueldos y manutención de parte del equipo de Benveniste.


La revista Lancet ha publicado desde entonces numerosos eartículos serios sobre homeopatía y ninguno de ellos ha sido favorable. El más reciente, en 2005, comparaba todos los experimentos en condiciones realizados sobre el tema, unos 140, llegando a la siguiente conclusion: “No hay evidencias convincentes de efectos superiores a placebo”


Hoy en día en cualquier en farmacia de España se puede encontrar un jarabe para la tos que ha tenido que demostrar su eficacia en numerosos test antes de poder ser puesto a la venta. En esa misma farmacia también se podrá comprar, probablemente mas caro, un jarabe homeopático que no ha tenido que pasar ningún control y que principalmente está compuesto de agua. En la historia de los rayos N vimos como inmediatamente después de ser descubierto el fraude eran olvidados. Sin embargo no ocurrió esto con la homeopatía, que es un negocio mas boyante cada día y que incluso es practicada por médicos. Han pasado cien años y nuestra credulidad lejos de menguar, ha crecido. El experimento de Benveniste, una vez publicado en Nature, dio la vuelta al mundo, apareció en todos los periodicos con grandes titulares, así como en la radio y en la televisión. Las pruebas de que todo fue un fraude no han aparecido practicamente en ningún medio...



Evidentemente, John Maddox se equivocó al publicar el artículo.









EPÍLOGO
Benveniste es la única persona que puede presumir, o podría de estar vivo, de tener dos premios ig Nobel. Sí, en 1998 volvió a ganarlo por su afirmación de que el agua no solo tiene memoria si no que también habla por teléfono y usa el ordenador. Según Benveniste la memoria del agua podría ser codificada por teléfono y almacenada en discos duros... Como dice Robert Park: “Ése es el punto en el que se supone que todo el mundo se da cuenta de lo ridículo del asunto y se echa a reír a carcajadas. Pero los homeópatas no se ríen.”



FUENTES:
PARK, ROBERT L., Ciencia o vudú, 1999, pp. 82-91
TROCCHIO, FEDERICO DI, Le bugie della scienza, 1995, pp. 165-174
CABA MARTÍN, PEDRO, Ciencia y pseudociencia: realidad y mitos, pp. 363-373

15 comentarios:

Gonzalo dijo...

Ojalá nosotros tuviesemos ese tipo de memoria, y solo por estar en contacto con algo interesante ya lo aprendiesemos, seria impresionante.

darkknigt dijo...

Me ha encantado esta entrada sobre la Homeopatia, mas de un médico se la deberia de leer, para saber lo que recetan.
Lo que no entiendo como hay universidades que se prestan a este fraude.

http://cv1.cpd.ua.es/estudiosxxi/0OFE0/SU2PPESII1EE2/ST211309/OF212718/index.html

Alejandro Carracedo Hernández dijo...

Y que me decís de las nuevas medicinas homeopáticas en las que se marca el supuesto principio activo en el agua a base de un laser. O los nuevos palabros que se inventan los homeópatas sobre supuestas características cuánticas de la memoria del agua. Ahora todo es cuántico y la física cuántica explica todo esto.

Muy bueno tu blog, lo acabo de descubrir y leer todas las entradas.

Anónimo dijo...

Has mirado algo de Masuro Emoto Mensaje en el agua.

Mira lo

Es interesante a ver si lo puedes revatir.

No me seas un aficionado.

Spirit

Anónimo dijo...

He mirado lo de Masuro Emoto y sus mensajes en el agua y me han dejado impresionado, sinceramente.
Hombre. Me habría impresionado un poco menos si hubiesen puesto dos fotos mostrando que decir la misma palabra produce el mismo cristal, pero claro. Los resultados son subjetivos y claro, "hay que creer". A diferencia de la ciencia, que a la gravedad le da bastante igual que creas en ella o no. Te caes y punto.
El comentario de que el heavy atonta a la gente porque el agua sometida a las vibraciones de esa musica a todo volumen cristaliza de manera rara me ha tenido carcajeandome un buen rato, no obstante.
Y ahora la pregunta sobre homeopatia (No es original, lo reconozco. Lo lei en una novela de Pratchett). Si "cuanto menos, mejor", ¿Por qué en los tratamientos homeopaticos contra el dolor de cabeza no pone "En caso de dolor de cabeza medio tomar diez gotas. Si es jaqueca fuerte tomar dos"?

Pilot dijo...

¿Conoceis el chiste del enfermo que olvido tomar su medicina homeopatica y murio de una sobredosis?

Ivaneck dijo...

Jordi.... LOL

Gerardo dijo...

Estupendo blog. Me divierto como un enano leyendo estas entradas tan bien escritas y de tanto sentido común.
Sobre la homeopatía os dejo este divertido vídeo: http://www.youtube.com/watch?v=ulrHZFnOnnY

Visitador dijo...

El blog es muy bueno. Los contenidos en el mismo son claros, temáticos y argumentados. Y que bien que se denuncie la charlatanería. Pero esta entrada es erronea en casi todo su contenido:

"Esta historia trata de un supuesto fraude, el cometido por Jacques Benveniste, y de un error, el que cometió John Maddox, editor de la revista Nature."

No es así, leyendo los dos principales artículos de Nature (Human bashopil.... y High dilution...) no se afrima que Benveniste cometiera un fraude, se dice que es posible que los resultados positivos se deban a erróres en las medición.

Ahora pasemos a la aclaraciones:
-La homeopatía no tiene solo tres principios
-La "ley" de los infinitesimales no dice que cuanto menos mayos efecto, lo que dice es cuando menos mejor y se refiere a la ausencia de toxicidad de los mismo remedios.

El autor del Blog caricaturia o lanza un ad-hominem digno de recordar:

¿Como llegó Hahnemann a estás conclusiones? Bien simple, observó que la quinina producía fiebre y vómitos, síntomas similares a la malaria, enfermedad que se trataba con quinina. Ya está. Eso es todo. De la observación de una simple coincidencia, Hahnemann extrapoló la base de la homeopatía: la ley de los similares.

Hahnemann no llego a sus principios con ua simple observación. Y no lo hizo solo con un "ta está". mucho menos llego con eso a la base de los similares. El mismo autor del Blog se contradice cuando dice:

¿Y la ley de los infinitesimales? Se podría decir que Hahnemann inventó esta ley para proteger su propia vida. Una vez dado el salto de fe con la quinina y su anterior ley, el médico alemán se dedicó a probar multitud de sustancias naturales (plantas y minerales, hablando claro) para observar sus síntomas y emparejarlos con enfermedades que produjeran reacciones similares.

Visitador dijo...

Dos aclaraciones mas: 1) El Osciollococinum fué un falso descubrimiento de Roy, de acuerdo. Pero el nombre del remedio actual Oscillococcinum es una marca dee Boiron, que no obedece a lo dicho por Roy, el remedio no tiene ya nada que ver con lo que dijo Roy. Leasé: El remedio osciollococcinum es un nombre erróneo para el remedio.
2) Los "homeopátas" no son quienes afirman que el agua "recuerda". La tesis de que el agua recuerda es mal interpretación de Masaru Emoto en su libro "Mensajes del Agua" el Sí afirma que el agua recuerda. Entiendase que lo que plaenteaba Benveniste era una analogía o una metafora de que el agua tenia una especia de memoria, mas no de conciencia. 3) La cita de DiTrocchio esta fuera de contexto, nuevamente se trata de una analogía y una metafora, como las que vemos en casi cualquier libro de Física, Química, Biología o Matemáticas. 4) Respecto al premio IgNobel el autor de blog esta falseando los datos, el premio no se da como dice el autor del blog por que:

"Los premios ig Nobel son lo contrario a los Nobel y se dan cada año a los estudios mas absurdos e inútiles."

Sino se dan para pensar y reir:

http://improbable.com/ig/

4) El errór mas común sobre la hipótesis de la memoria del agua es esto:


Algo que olvidó el científico homeópata fue explicar como decidía el agua de que se acordaba y de que no. El agua que bebemos lleva millones de años pululando por el planeta y ha estado en contacto con practicamente todos los tóxicos conocidos. ¿Cómo es que no morimos entre horribles dolores cuando bebemos un vaso de agua? Al fin y al cabo se acuerda de todos esos venenos con los que ha estado en contacto.

Benveniste no era homeopáta, y el autor del blog confunde el agua común con el agua sometida a un proceso de dilución y potenciación. Respecto a las preguntas precisamente si estan diluidos ¿A que viene al caso la pregunta de por que no nos hacen daño si no se atienen al principio de similitud?

Visitador dijo...

Siguiendo con los sesgos del autor nos encontramos con esto:

El propio Maddox junto al mago James Randi y el caza fraudes Walter Stewart inspeccionaron el laboratorio de Benveniste y encontraron numerosas irregularidades así como indicios de fraude, tal como publicaron en Nature el 28 de julio. El propio equipo de Benveniste repitió el experimento ante los tres investigadores y no obtuvo ningún resultado;

Esto es completamente erroneo, el grupo de escépticos al contrario no creyo los resultados debido a alguos puntos que se pueden leer en el artículo "High dilution...".
Para sorpresa de los presentes al autor comoete otro ad-hominem que fué denunciado hace mas de dos decadas:

Por si esto fuera poco, se descubrió que Boiron (si esa gran empresa homeopática que vende microorganismos inexistentes infinitamente diluidos) se encargaba de pagar los sueldos y manutención de parte del equipo de Benveniste.

Es bien sabido que el trío escéptico fue igualmente pagado por Boiron en cuanto a los gastos (hotel, viaje, comida...) ¡es que no hay ahí un conflicto de intéreses! Pues no, el errór fue que el artículo de Benveniste no los declaro en el artículo de Nature. Sin embargo, no todos los miembros del equipo eran pagados por Boiron.

El más reciente, en 2005, comparaba todos los experimentos en condiciones realizados sobre el tema, unos 140, llegando a la siguiente conclusion: “No hay evidencias convincentes de efectos superiores a placebo

El autor del blog repite a modo de monĺogo y sin pensamiento propiamente crítico, al menos no el de la psicología, sino un falso pensamiento crítico. El artículo de Shang y Egger fue bastante críticado ¿En dónde quedan tales críticas? Para el lego en la materia el artículo de lancet no cumplía la misma calidad del Quorum para realizar estudios meta analíticos (como los de Linde, Jonas, Cucherat....) y aún así fue publicado en la revista, en otro punto se encuentra que el ánexo de los archivos (los estudios y ensayos) fueron dados a conocer TRES MESES despues de publicado el meta análisis, siendo que omitío varios de buenos ensayos doble ciego y con muestras grandes que mostraban un efecto claramente superior al placebo.

Por último que Benveniste obtuviera dos premios IgNobel no demuestra nada mas allá de los prejucios y pseudoargumentos del autor. Es una pena que se desinforme tanto del lado de personas sin escruplos que venden cualquier cosa con el nombre de homeopatía y pretenden curar cualquier enfermedad, y por otro lado es una pena que los escépticos en lugar de informar (supuesto objetivo) logran mayor desinformación con una forma pseudocientífica. La charlatanería me parece esta de ambos lados.

Anónimo dijo...

En el libro "el campo" de la periodista lynne mctaggart se documenta con precision como actuo Maddox y su equipo de pseudocuentificos, gente sin la preparacion suficiente, segun denuncio Beneviste.

Todo el proceso de denuncia del trabajo de Beneviste fue una burda manipulacion hecha con el animo de ensuciar su investigacion y obtener notoriedad.

Anónimo dijo...

Me ha resultado interesante leer al timador de Ramón. Y digo timador porque ha mentido y manipulado la historia de Benveniste para sus fines en el contexto de cuando los blogs de pseudoescépticos comenzaron a florecer sin el menor rigor. Tu artículo será un ejemplo de cómo gañanes de tu estilo manipularon para justificar la censura. Y mientras James randi morirá como pederasta y rico. Deberían aplaudir tu estupidez.

Unknown dijo...

Entonces en que quedamos el agua tiene vida o no xke al final todo es pura palabrerías hay que que creer o no ?

Pilot dijo...

Hay que creer en lo que se puede demostrar con el método científico, ni más ni menos.