Palo Alto es una ciudad residencial de California. Situada en un extremo del Silicon Valley, es una de las zonas más caras de Estados Unidos y está formada por miles de esas pequeñas casas unifamiliares con jardín que tanto hemos visto en las películas. Además, tiene el honor de albergar una de las más prestigiosas universidades del mundo, la Universidad de Stanford, cuyo lema es: “Sopla el viento de la libertad”...
Una calurosa mañana de agosto de 1971 varios coches patrulla de la policía local, con las sirenas encendidas a todo volumen, realizaron una espectacular redada. Varios jóvenes residentes en Palo Alto, todos ellos estudiantes, fueron detenidos esa mañana acusados de robo y atraco a mano armada. Los sacaron de sus casas y los cachearon mientras permanecían con las manos sobre los coche patrulla. Los vecinos, curiosos, salían de sus casas a observar el raro espectáculo que estaba sucediendo en su tranquilo barrio. Los detenidos fueron esposados y llevados a comisaría. Allí les tomaron las huellas dactilares y los encerraron en los calabozos con los ojos vendados.
Los detenidos aquella mañana no formaban parte de ningún tipo de banda organizada, ni estaban asolando el pueblo con actos vandálicos. Los estudiantes arrestados eran voluntarios en un experimento subvencionado por la Armada de los Estados Unidos que se estaba llevando a cabo en la Universidad de Stanford por un equipo de psicólogos encabezado por Philip Zimbardo. Los “conejillos de indias” habían firmado un contrato renunciando a algunos de sus derechos civiles. El experimento, conocido como el de la Cárcel de Stanford, pretendía estudiar el efecto de la vida en prisión sobre reclusos y guardas. O, en palabras de Zimbardo; “¿Qué sucede cuando se pone a personas buenas en un sitio malo? ¿La humanidad gana al mal, o el mal triunfa?”
El experimento iba a durar dos semanas así que, para acelerar la sensación de aislamiento y perdida de identidad, Zimbardo tomó una serie de medidas. Los reclusos fueron llevados a la “cárcel” (los sótanos debidamente acondicionados con rejas y cámaras de la facultad de psicología) con los ojos vendados, allí los desnudaron y rociaron con polvos desparasitantes. Los vistieron con una especie de saco, sin ropa interior, les ataron una cadena en el tobillo y les pusieron unos gorros de media que simulaban el pelo rapado. Además se les dio a cada uno de ellos un número que seria su único nombre desde ese momento. Por otro lado, a los que hacían el papel de guardias se les proporcionaron uniformes, porras de la policía y unas gafas típicas de sheriff americano. Zimbardo sacó esta última idea de la película “La leyenda del indomable”. No se les dio ninguna instrucción sobre como hacer su trabajo salvo que no podían ejercer la violencia física.
A pesar de ser este un blog dedicado a los fracasos es difícil decidir si el Experimento de la Cárcel de Stanford fue un fracaso o, en realidad y a pesar de ser cancelado solo seis días después de empezar, tuvo demasiado éxito.
El primer día las cosas sucedieron de forma tranquila, incluso hubo risas y bromas. El segundo día empezaron las sorpresas. Los guardias habían estado despertando a los reclusos por la noche y oblingándoles a hacer flexiones. Por la mañana, estos últimos decidieron rebelarse montando un motín en toda regla que los guardias resolvieron usando los extintores contra ellos. Desde ese momento los guardias fueron ideando formas cada vez mas ingeniosas y efectivas de someter la voluntad de los reclusos. Les negaban la comida, así como el derecho a ir al baño, se subían sobre ellos mientras hacían flexiones e incluso idearon formas de desunir al grupo de presos, como crear una celda de privilegios. En ella, tres reclusos disfrutaban de mejor tratamiento y comida que el resto, que pensaban que sus compañeros eran “colaboradores”. Los asesores del experimento, auténticos guardas y reclusos, afirmaron que métodos similares eran puestos en práctica en prisiones reales.
La situación se fue agravando e incluso uno de los reclusos sufrió una crisis nerviosa y fue sustituido por otro voluntario. Los presos se metieron tanto en su papel que cuando se celebraron reuniones de “libertad condicional” y les fue denegada muchos de ellos sufrieron profundas depresiones. Uno de los presos incluso hubo de ser liberado a causa de un ataque de histeria. Los investigadores censuraban el correo de los voluntarios y descubrieron que uno de ellos era un activista radical que pretendía escribir una noticia cuando saliera de allí, pero incluso él estaba tan absorto en su rol que en la carta a su novia alardeaba de ser el cabecilla de los presos problemáticos.
El ambiente llego a influenciar también sobre el equipo de investigadores. Les llegó el rumor de que el preso liberado estaba reuniendo gente para asaltar la facultad y liberar al resto. Zimbardo fue inmediatamente a hablar con el jefe de policía para preguntarle si podían meter allí a sus presos pero el seguro no lo cubriría y la policía de Palo Alto no quería problemas. Zimbardo decidió luego trasladar todo el experimento a otra zona y él se sentó en la antigua cárcel a oscuras esperando a unos asaltantes que nunca llegaron. En ningún momento se comportó como un investigador, estaba actuando como el alcaide de una prisión intentando evitar una fuga. Y con cierto dramatismo, todo hay que decirlo. En ese momento Zimbardo había saltado dentro de su experimento.
La situación fue empeorando aun más. Los guardas eran cada vez más brutales en sus métodos y, sobretodo, más humillantes. Los presos eran desnudados y les ponían bolsas de plástico en la cabeza. O les obligaban a limpiar con las manos los váteres. Por las noches, cuando creían que no eran vigilados, los guardas sometían a los presos a tratamientos aun más humillantes y pornográficos. Los ataques de histeria entre los convictos aumentaban, cada vez estaban peor. No tenían absolutamente ninguna identidad como grupo. Ante la pregunta de si preferían renunciar a sus mantas una noche o dejar a un compañero encerrado en la celda de castigo (un diminuto armario) decidieron quedarse con las mantas. Algunos de ellos desarrollaron llagas psicosomáticas que les cubrieron el cuerpo.
Finalmente, el sexto día, una compañera de Zimbardo, doctorada en psicología, acudió a ver el experimento y quedó horrorizada al ver la situación en la cárcel, con los presos desnudos desfilando encadenados hacia el baño. Esto por fin abrió los ojos del investigador que se dio cuenta de que aquello se le había ido de las manos y el experimento fue cancelado.
Desde entonces se ha criticado mucho el experimento de Stanford. Muchos han manifestado que los voluntarios estaban asumiendo roles, como en un juego de rol. O que la muestra del experimento era muy pequeña. Sin embargo, comparando unas fotografías del experimento con otras tomadas en Iraq, parece que los resultados del experimento no eran muy alejados de la realidad. Respondiendo a la pregunta de Zimabardo, si pones a personas normales en una situación mala, el mal gana.
Se publicó en Alemania una novela inspirada en el experimento: “Black Box”, de Mario Giordano. En el 2001 se estrenó “Das Experiment”, dirigida por Oliver Hirschbiegel y basada en la novela.
El doctor Zimbardo tiene una página web donde detalla el experimento paso a paso y expone sus conclusiones:
EPÍLOGO
Zimbardo podría haberse hecho una idea de cual iba a ser el resultado de su estudio si hubiera echado un ojo a otro experimento clásico: el experimento de Milgram. En él un voluntario debía darle descargas eléctricas cada vez más potentes a otro, que en realidad era un actor, cada vez que fallaba una pregunta. Al voluntario se le pedía que no dejara de producir las descargas, ni siquiera cuando el otro gritaba de dolor, se caía al suelo o incluso fingía quedar en coma. El 65% llegó a los 450 voltios a pesar de que se les aviso que era letal. Los actores aullaban de dolor y escupían a partir de 270 voltios y caían en coma y dejaban de responder a partir de los 300 voltios. Ningún voluntario dejó de pulsar el botón antes de los 300 voltios.
13 comentarios:
Siempre lo he tenido claro, somos malos por naturaleza. Por eso me gusta tanto mi perro. ;-)
Buen post...
Un saludo.
Apoya la idea de Iñaki, ya te digo si somos malos, sobre todo si la masa nos ampara, uno solo no muestra casi nunca agresividad pero cuando se ve protegido por la multitud ya se desató el animal que llevamos dentro.
Yo creo que la clave está en eximir de responsabilidad a la gente. En ambos experimentos los "sádicos" se sentían respaldados por la autoridad. Siempre podían decir: "Yo lo he electrocutado pero ha sido por que este señor me ha dicho que apriete el botón"
Esto podría explicar el comportamiento de millones de alemanes que se convirtieron en "malvados" por que tenían una autoridad detras asumiendo la responsabilidad. Lo tipico de "Yo solo cumplo órdenes"
Un detalle importante: a la hora de elegir quien desempeñaría el papel de preso o de guarda se utilizó una moneda y se decidió a cara o cruz. Los estudiantes que hacían de guardas eran exactamente iguales a los que hacían de presos.
Es cierto lo que dices Ramón, pero ahí es donde entra en juego la formción que ha recibido cada uno a lo largo de su vida, una persona con los valores adecuados aunque esté dentro del cumplimiento de su deber o se lo hayan ordenado debe saber distinguir entre lo correcto o incorrecto, el débil de mente y espíritu aprovecha lo que tu dices para vengarse de sus propios temores u opresiones. También habría que hacer un parentesis en un momento de necesidad y bajo presión nadie sabe como va a reaccionar.
Creo que la película, siendo alemana, ya dice bastante de qué quiere contar el director entrelíneas.
Me estoy enganchando a tu blog :D
La verdad es que el paralelismo experimentos de Milgram y de Stanford/nazismo destaca bastante.
Es cierto que muchos han criticado las conclusiones de Zimbardo por no dar importancia al hecho de que no todos los guardias eran unos cabroncetes. De los 9 que había, algunos eran enrollados con los presos, incluso les hacian favores. Pero lo cierto es que ninguno de esos guardias "buenos" hizo absolutamente nada por intentar contener a los guardias "chungos, si no que les seguían el juego.
Y me alegro de que te guste el blog. :)
A ver si va conociendolo más gente.
Yo no creo que seamos malvados por naturaleza, sencillamente somos criaturas sociales... Y no nos conocemos a nosotros mismos.
Desde que me dijeron que "si te ponen delante un argumento contrario a tus creencias, te enfadas, y es una reacción psicológica razonable", controlo mucho mejor mis reacciones cuando me dan un argumento contrario a mis creencias. Porque YA SÉ que es normal que mi primera reacción sea rechazarlo, ya sé que tengo que dejar que se me pase el cabreo para pensar.
Estos experimentos, el de Milgram y el de la prisión, son magníficos, porque UNA VEZ QUE LOS CONOCES, ya cuando una autoridad te dice "métete con Pepe que es gilipollas", te puedes decir a ti mismo "no, no tengo por qué hacer caso a la autoridad, conozco principios superiores". Y lo mismo ocurre en una situación en la que estés en inferioridad "sólo porque éste intenta intimidarme, no debo permitirlo, esto es como el prisionero de Stanford". O "sólo porque estoy en una situación superior a otra persona, no tengo que machacarle, ni debo, sería como un carcelero de Stanford".
Estas cosas a mí me sirven para conocerme mejor a mí misma, y una vez que conocemos nuestra naturaleza humana, es cuando podemos pensar sobre ella y controlarla."Natura vincitur parendo", que se dice.
Para mí también fue un palo descubrir que la lujuria entre las mujeres tiene un funcionamiento lógico y predecible. Al principio me chocó, pero después pensé "ah, pues vale, ahora sé cómo funciona, y si me hace falta, puedo controlarlo".
Yo creo que estos experimentos pueden ayudarnos bastante a la hora de comportarnos. Porque ahora sabemos por qué y en qué circunstancia, nos desmadramos. Una persona que sepa de estos experimentos, y reciba una orden brutal de la autoridad, tendrá muchas más armas para rechazarla, porque sabrá qué es lo que le está pasando. No sé si me he explicado.
Ya conocía el experimento Stanford, pero me ha gustado mucho la entrada, está bien resumido y explicado.
Y otro detalle... Zimbardo se casó con la muchacha que le dijo que aquello era una barbaridad y había que pararlo. Si mal no recuerdo, creo que estaban saliendo por aquel entonces. Me pregunto si la relación con la muchacha tuvo que ver con la parada del experimento. Me quedo con las ganas de saber si Zimbardo habría detenido el experimento de haber sido otra persona la que le hubiera llamado la atención al respecto.
natsufan ¿Como funciona la lujuria entre las mujeres?
Me encantaría conocerlo.
Interes cientifico ¿eh?
El experimento de Zimbardo y el de Milgran se parecen porque Zimbardo fue discípulo de Milgram. El experimento de Milgran trata sobre la obediencia a la autoridad. El de Zimbardo trata sobre la desindividuación y la generación de conductas perversas influenciadas por el grupo y el Sistema.
Por cierto, Zimbardo acaba de publicar un libro sobre este tema en el que habla de los experimentos de Stanford, además de los sucesos de Abu Graib.
Muy interesante como muestra de hasta donde llega la estupided humana sin embargo, no creo que ninguno de los experimentos pruebe nada de nada si es que son experimentos... Desde luego no tienen nada de científicos. No tienen controles y me gustaría saber con que criterio se eligió a los voluntarios, de hecho, prestarse voluntario a un experimento de este tipo ya selecciona unos individuos determinados con un carácter determinado ya que no todo el mundo lo haría.
Enhorabuena por el blog.
Vaya, un estudio financiado por el ejercito.
¿que finalidad tenía realmente?
Convertir una cárcel comandada por reclutas en un infierno, solamente otorgándoles poder absoluto sin responsabilidad (igualito que el rey y el presi).
Bueno ya sabemos que lo de Abu Ghraib no fue fortuito sino planeado científicamente.
podriamso decir que el experimento fue un exito, teniendo en cuenta lo que hace el ejercito norteamericano en guantanamo e irak?
Excelente blog, y creo que, aunque he leído las entradas aleatoriamente, esta es la primera en la que me atrevo a comentar, más que nada porque hay una charla del propio Dr. Zimbardo sobre el tema. Dejo el enlace:
http://www.ted.com/talks/lang/eng/philip_zimbardo_on_the_psychology_of_evil.html
Enhorabuena por la calidad. :-)
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